Un avión del ejército ruso sirve de taxi a la amiga austriaca de Putin
Karin Kneissl se muda a Rusia para dirigir un grupo de expertos llamado G.O.R.K.I
La guerra de Ucrania, en directo

Karin Kneissl y Vladimir Putin, bailando el día de la boda de ella
Las fotos de su boda, vestida de blanco y bailando con Putin, invitado a la ceremonia, dieron la vuelta al mundo en 2018. Pero tras la invasión rusa de Ucrania, sus reiteradas declaraciones a favor de Rusia le habían ido cerrando puertas y la ex ministra de Asuntos Exteriores de Austria, Karin Kneissl, no lograba encontrar trabajo. Su amigo Putin le echó un cable, haciéndola comentarista de la cadena de medios rusa RT, pero su tren de vida requería más ingresos. En 2021, aceptó un puesto en la junta directiva del gigante petrolero ruso Rosneft y en 2022 emigró a Francia. «Tuve que huir» debido a una «prohibición de trabajar de facto» y mucha hostilidad, ha reconocido.
Finalmente, Putin la ha colocado en la Universidad de San Petersburgo y la ha convertido en un símbolo de lo bien que te puede ir si te deshaces en elogios con el presidente ruso. La fastuosa mudanza es seguida paso a paso, tanto por la prensa rosa austriaca como por los medios rusos, y el último titular sella el delirio al que ha llegado la relación entre los dos políticos: un avión de la fuerza aérea rusa se ha encargado de trasladar con todas las comodidades a sus ponis desde Siria hasta San Petersburgo. «Tuve (...) la opción de acompañar un vuelo de transporte ruso en el camino de regreso de Siria a Rusia, por lo que estoy muy agradecida», ha explicado en Telegram, y aprovechó la intervención en la red social para quejarse amargamente del «odio» de Austria, al que achaca las críticas a su proceder. El Líbano, país al que en junio de 2022 envió sus libros, su ropa y sus ponis a través de DHL desde Marsella, debido a su «expulsión de Francia», era una solución provisional para sobrevivir, según Kneissl. Ahora se entregará en cuerpo y alma a la creación de un instituto de investigación en San Petersburgo, ciudad en la que se está instalando con carácter definitivo. «Si la situación de seguridad en Siria fuera diferente, habría contratado un transportista terrestre. Pero debido a las sanciones, no hay vuelos ni DHL», ha justificado Kneissl el transporte en vuelo del ejército ruso de los ponis desde Siria, desde el aeródromo militar de Hmeimim, controlado allí por Rusia, hasta San Petersburgo.
Las críticas, sin embargo, no se limitan a Austria. Un bloguero militar ruso había protestado en las redes por el hecho de que se estuviesen cargando ponis en el avión militar, en lugar de un regimiento heroico. «Si nuestro país realmente necesita ponis, entonces, por supuesto, vuelen con ponis. Pero escríbanme a quién pertenecen», lanzó en Telegram Fighterbomber sobre el transporte del Il-76MD, perteneciente al 224º escuadrón de aviación del Ministerio de Defensa ruso. Esta unidad fue incluida en mayo en la lista de sanciones de Estados Unidos por transportar tecnología de guerra y mercenarios del ejército privado de Wagner.
La actitud de Kneissl, que pertenece al partido de ultraderecha FPÖ, está amparada por el principio de neutralidad que mantiene Austria, recogido en el artículo 9 de su Constitución. Desde que comenzó la guerra, Viena ha prometido a Ucrania ayudas por valor de 1.600 millones de euros, según los datos del Instituto de Economía de Kiel (IfW), y ha apoyado las sanciones contra Rusia, pero se ha negado a entregar armas a Kiev y ha invitado a diplomáticos rusos a participar en la reunión de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), además de seguir manteniendo intactas sus relaciones diplomáticas y comerciales con Moscú. Antes de la guerra, el 80% del gas consumido por Austria procedía de Rusia y ese porcentaje ha sido reducido hasta el 40%, aunque el nivel de dependencia es todavía alto.
El ministro austriaco de Exteriores, el conservador Alexander Schallenberg, insiste en que es necesario mantener los puentes con Rusia y el folletín de Kneissl sirve de propaganda sobre lo provechoso de esos puentes. No en vano, los austriacos muestran un apoyo a Rusia muy superior al del resto de los europeos.
Tres cuartas partes de la población de la UE (74%) apoyan a Ucrania, según una encuesta del Eurobarómetro encargada por el Parlamento Europeo, mientras que en Austria el apoyo no alcanza el 60%. Sólo el 57% apoya las sanciones contra Rusia en el país alpino. Kneissl, ministra de Asuntos Exteriores entre 2017 y 2019, ha sido una de las figuras que más abiertamente ha apoyado a Moscú y ahora justifica su nuevo trabajo en San Petersburgo. «Fui cofundadora del Centro Gorky y lo dirigí«, ha dicho, „como hay mucho trabajo allí y el centro necesita mucha atención, no puedo hacer esto de forma paralela y he decidido mudarme a San Petersburgo para este trabajo». Kneissl ya tiene su visa de trabajo y su mudanza ha sido organizada expresamente por el Kremlin.
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